¡CUÁNTO ENCANTO TIENE UN CUENTO!
En primer lugar hemos realizado una actividad llamada “el hilo de la imaginación” en la que la profesora nos ha puesto música instrumental de fondo. Hemos cogido un folio y un bolígrafo y para ir escribiendo lo que la profesora nos demandaba. Nos pedía que habláramos sobre el recuerdo más temprano que teníamos en relación con los cuentos infantiles, que describiéramos ese cuento, el ambiente en el que era contado, explicáramos las emociones que sentíamos en ese momento, describiéramos la persona que nos lo contaba, cómo lo hacía...
La profesora, mediante un tono de voz tenue y una música instrumental de fondo, ha creado un contexto de calma y tranquilidad, de esta forma ha logrado sumergirnos en un ambiente de concentración en el que hemos conseguido desconectar de la realidad y conectar con el pasado. Todos estábamos callados, escuchábamos las indicaciones de la profesora con la música de fondo, así podíamos pensar con facilidad y recordar con claridad.
Creo que este es un recurso muy útil al que podemos recurrir en un futuro cuando necesitemos que el alumnado esté concentrado y mantenga esa concentración durante un cierto tiempo.
En primer lugar hemos realizado una actividad llamada “el hilo de la imaginación” en la que la profesora nos ha puesto música instrumental de fondo. Hemos cogido un folio y un bolígrafo y para ir escribiendo lo que la profesora nos demandaba. Nos pedía que habláramos sobre el recuerdo más temprano que teníamos en relación con los cuentos infantiles, que describiéramos ese cuento, el ambiente en el que era contado, explicáramos las emociones que sentíamos en ese momento, describiéramos la persona que nos lo contaba, cómo lo hacía...
La profesora, mediante un tono de voz tenue y una música instrumental de fondo, ha creado un contexto de calma y tranquilidad, de esta forma ha logrado sumergirnos en un ambiente de concentración en el que hemos conseguido desconectar de la realidad y conectar con el pasado. Todos estábamos callados, escuchábamos las indicaciones de la profesora con la música de fondo, así podíamos pensar con facilidad y recordar con claridad.
Creo que este es un recurso muy útil al que podemos recurrir en un futuro cuando necesitemos que el alumnado esté concentrado y mantenga esa concentración durante un cierto tiempo.
Yo he escrito lo siguiente:
“La primera vez que tuve una vivencia con un cuento fue cuando me lo explicó mi padre, por primera vez, a la hora de dormir. El cuento que mejor recuerdo era “La ratita presumida”, puesto que era mi cuento favorito.
La persona que me contaba el cuento era mi padre, siempre se acostaba a mi lado cuando me contaba los cuentos a la hora de dormir hasta que me quedaba dormida. Mi padre ponía diferentes voces para interpretar a los personajes, me describía el paisaje…
Siempre me contaba los cuentos en mi habitación, apagábamos la luz y mi padre apoyaba la cabeza al lado de la mía, concretamente a mi izquierda, muchas veces recuerdo que me acariciaba la cara y el pelo.
Recuerdo que el cuento me gustaba porque trataba de una ratita y de su lacito, me encantaba que mi padre me lo explicara con diferentes personajes y voces “La ratita estaba barriendo la escalerita”à siempre decía eso al principio del cuento. El lacito era de un color que me gusta mucho, mi padre detallaba que era un rojo muy brillante y bonito.
El momento del cuento era mi favorito del día porque me transmitía calma y me encantaba cerrar los ojos y escuchar a mi padre con su templanza explicarme el cuento y yo imaginármelo con todo detalle. “
A continuación, nos hemos puesto por parejas para comentar lo que habíamos escrito con un compañero que no conocíamos todavía demasiado, de esta forma hemos expresado oralmente las emociones que sentíamos y la añoranza que tenemos en común de recordar ese momento en el que éramos tan felices.
Posteriormente hemos comentado la actividad realizada, todos estábamos de acuerdo con que el cuento nos producía placer (la literatura es un placer gratuito), nos encantaba sentirnos arropados, protegidos y tranquilos. La persona que nos contaba el cuento lo contaba de tal forma (poniendo voces…) que conseguía que nos lo imagináramos todo en nuestra mente, conseguía también que entráramos en un momento de calma y felicidad que nos gustaría repetir.
De esta forma también nos hemos dado cuenta de que la literatura es un arte muy poco valorado que nos hace disfrutar sin la necesidad de pensar u opinar sobre algo, nos produce placer de forma gratuita. Es por esto que deberíamos plantearnos contar cuentos en las escuelas, es muy positivo que los niños aprendan a la vez que disfruten.
Posteriormente, cada alumno de la clase hemos dicho una palabra en relación a la actividad anterior y, posteriormente, hemos tenido que realizar un cuento con las palabras que habíamos escogido mi compañera y yo. Esta actividad se llama “binomio fantástico”.
Nosotras hemos creado el cuento con las palabras meta y calma. A pesar de que no conocía a mi compañera, hemos trabajado muy bien. De esta forma, estamos trabajando la cohesión grupal y la comunicación interpersonal puesto que trabajar con personas con las que no tenemos relación hace que podamos crear nuevos vínculos de amistad y, como consecuencia, un ambiente de grupo-clase más unido.
A continuación, adjunto el cuento que hemos creado con las palabras meta y calma.
Nosotras hemos creado el cuento con las palabras meta y calma. A pesar de que no conocía a mi compañera, hemos trabajado muy bien. De esta forma, estamos trabajando la cohesión grupal y la comunicación interpersonal puesto que trabajar con personas con las que no tenemos relación hace que podamos crear nuevos vínculos de amistad y, como consecuencia, un ambiente de grupo-clase más unido.
A continuación, adjunto el cuento que hemos creado con las palabras meta y calma.
La meta de Calma
Érase una vez una niña llamada Calma, que fue de viaje con sus padres a la Sierra de Cazorla, Jaén, cosa que le ilusionaba mucho. Y os preguntaréis, ¿por qué quería ir exactamente allí? Pues porque sus compañeros de clase fueron allí como viaje de fin de curso y ella, por tener en ese momento la varicela, algo muy normal en esa edad, no pudo ir, por lo que sus padres le prometieron que algún día la llevarían y por fin ese día había llegado, para su 15 cumpleaños.
Además, Calma era una niña a la que le encantaba la naturaleza y sentir el aire fresco de esos bonitos lugares, los cuales se los sabía ya de memoria antes de ir gracias a las fotos que veía en Internet.
Aunque iba a ir de vacaciones a un lugar donde todo era naturaleza y animales, a ella le atemorizaban los caballos.
Un día de sus vacaciones, se apuntó con un profesional para aprender a montar y ver si podía superar su miedo, pero cuando llegó y vio al caballo tan grande y esbelto quiso correr de camino a la cabaña de sus padres. Entonces, unos ruidos interrumpieron su tranquilidad de vuelta a la cabaña, se encontró con un grupo de niños de su edad muy efusivos y con mucha alegría, que comenzaron a hablarle y le preguntaron de dónde venía, ella les contó que venía de querer aprender a montar pero que al final le pudo el miedo y se marchó antes de que comenzara la clase. Los niños y niñas le aconsejaron que el miedo no le impidiera hacer algo que le gustaría aprender y le propusieron si quería aprender en una clase grupal con todos ellos yendo de senderismo, así no lo afrontaría ella sola.
Calma dijo que se lo pensaría y que si no llegaba a la hora dicha en el lugar en el que habían acordado es que había decidido no ir y, por tanto, el miedo le había ganado la batalla a sus ganas por aprender a montar.
Al día siguiente, los niños llevaban 10 minutos esperando a Calma que no llegaba, cuando estaban a punto de emprender camino para la clase de montar a caballo, Calma apareció. Todos se pusieron contentos y la felicitaron por haber dado el primer paso para conseguir su meta.
Calma llegó a la clase con sus botas de color marrón y su casco para montar, estaba lista y decidida, a pesar de ello, tenía mucho miedo, por ello sus amigos trataban de tranquilizarla. Mientras tanto, el profesor fue a buscar a Daisy, la yegua en la que iba a montar Calma, esta yegua era muy bonita, no muy grande pero con un pelo muy brillante de color negro. Era una yegua muy simpática y cariñosa, se dejaba acariciar y nunca hacía ningún movimiento brusco para tirar a las amazonas, además, tenía una cola y una crin muy larga, de tal forma que se le podían hacer trenzas. Cuando Calma vio a Daisy se quedó mucho más tranquila y se animó enseguida a montarla. La yegua, durante la clase, prácticamente iba sola, despacito y hacía mucho caso a todo lo que le decía Calma, es por esto que se lo pasó muy bien en la clase y consiguió perder el miedo a los caballos. Calma se puso tan contenta y alegre que en seguida fue a su casa a contárselo todo a sus padres. Sus padres se alegraron tanto que, a partir de ese día, fueron todas las mañanas por la sierra de Cazorla a ver a Daisy, a cuidarla y darle de comer.
El último día de vacaciones Calma se puso muy triste porque no quería dejar de ver a Daisy, se había convertido en su animal favorito, le encantaba montarla y cuidar de ella. Por este motivo, al volver de las vacaciones, los padres de Calma le dieron una sorpresa, ¡se habían traído a Daisy! Calma se puso muy contenta y feliz. Sus padres, al ver que quería tanto a Daisy, decidieron apuntarla a clases de caballo, Calma había conseguido su meta: ¡perder el miedo a los caballos y aprender a montarlos! Calma estaba tan emocionada y feliz que cada vez que montaba a los caballos disfrutaba muchísimo, es por esto que decidió seguir toda su vida montando a caballo hasta que se convirtió en una amazona profesional!
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